lunes, 11 de julio de 2011

Sobre La Humildad

Hablando hoy con uno de los sacerdotes de la parroquia a la que pertenezco, le comentaba como poco a poco, por medio del trabajo espiritual estaba corrigiendo mis defectos de temperamento. Le decía como cada vez caía menos en ellos pero como ellos me generaban cada vez más culpa. Bonita ecuación, menos defectos igual más culpa. Pero lo verdaderamente sorprendente no es eso, sino su respuesta: "Jodete".

Jodete, y bien dicho. Es que realmente estoy mal en reposar mi desarrollo espiritual en mí y no aceptar con humildad, que cómo dice el refrán "el hombre propone pero Dios dispone". Hay que esperar los tiempos de Jesús. Realmente es importante el trabajo espiritual, pero no nos corresponde a nosotros sino a Dios, determinar cuando van a dar sus frutos. En cierta medida es cómo dicen las Escrituras: "Ustedes sembrarán para que otros cosechen". Y ese otro es Dios. De nosotros depende hacer el trabajo, de Él que de resultados.

Se trata de una lección de humildad y de aprender a lidiar con el orgullo. Es un buen primer paso aceptar que uno peca de orgullo y tratar de cambiarlo, pero es un mejor paso aún reconocer que uno no puede solo; que necesita de Cristo para superar el orgullo y aprender la humildad; y que las virtudes no se aprenden de la noche a la mañana. Es un proceso largo, probablemente doloroso y el florecimiento de nuestra humildad está en Dios, y es verdadera humildad saber aceptarlo, no forzarlo, no sólo de palabra sino concientemente, y ponerlo en práctica.